El uso responsable de las mascarillas es crucial para garantizar su utilidad. La utilización de estos elementos es obligatoria para frenar la expansión del coronavirus, pero lo cierto es que hasta ahora la mayoría de la población no había utilizado mascarillas salvo en situaciones muy concretas. Por eso, y para evitar malos usos que puedan comprometer tu seguridad y la de los tuyos, no dudes en seguir leyendo.
¿Qué mascarillas deberías utilizar?
Ante la amplia variedad de mascarillas existentes, que cumplen diferentes funciones, quizás aún se presenten dudas respecto a cuáles utilizar. Las autoridades recomiendan el uso de las mascarillas quirúrgicas: estas garantizan que no contagies a los demás al filtrar el aire que exhalas. Así, gracias a ellas estarías protegiendo a las personas con las que te cruces, especialmente en espacios cerrados.
Cuentan con un mecanismo sencillo que permite ceñirlas sobre nariz, boca y barbilla, lo que impide que gran parte del aire se escape. Las quirúrgicas son las mascarillas que recomienda el Ministerio de Sanidad para la población civil, ya que son más abundantes y económicas que otros tipos.
El ministerio aconseja que las de tipo FFP2 se destinen al uso por parte del personal médico, personas en aislamiento, afectados por el coronavirus o personas de riesgo. Estas son más completas que las quirúrgicas, al filtrar tanto el aire exhalado como el inhalado. Así, ni contagias ni te contagian. Y lo mismo ocurriría con las mascarillas FFP3.
Procura seguir las recomendaciones de las autoridades, aunque si sospechas que podrías estar en riesgo de contagio, no dudes en utilizar una FFP2o una FFP3 en vez de una quirúrgica. Por ejemplo, si usas a menudo el transporte público, con esos modelos estarás más seguro. Además, evitarás contagiar a tus familiares y personas más cercanas.
Errores a evitar
Un error frecuente al utilizar las mascarillas es errar en el tiempo de uso. Pensar que por llevar una estás protegido es un error, ya que su eficacia disminuye con el tiempo. No es recomendable utilizar las quirúrgicas durante más de cuatro horas seguidas, algo que puede extenderse un poco si el uso es en intervalos.
En este caso, su eficacia se mantendría entre 8 o 12 horas, aunque tendrás que guardar la mascarilla de forma adecuada. Procura envolverla en un paño limpio, aléjala de la luz solar directa y que la humedad no la afecte. En caso de que la notes húmeda, sea por efecto de la lluvia o del sudor, deberás cambiarla. Su vida útil se reduce con creces, ya que la presencia de agua en los tejidos hará que proliferen microorganismos, y eso hará que la protección que brinda se reduzca prácticamente a cero.
Si ves que la mascarilla está rasgada, deséchala en el acto. El aire podría escaparse por la zona afectada, lo cual haría que fuera inservible. Además, estarías exponiéndote al aire del exterior de forma directa en el caso de una FFP2, algo que la convertiría en inútil.
Un error frecuente es bajar la mascarilla y dejar que la nariz asome. No solo te expones directamente a un contagio, sino que estas mandando humedad y microorganismos que tu cuerpo expulsa sobre la tela de la mascarilla. Procura colocarla tapando la nariz, la boca y la barbilla. De otro modo, estarás reduciendo su eficacia de forma significativa.
Tampoco deberías tocar la parte frontal de la tela. Ten cuidado a la hora de ponértela, ya que el instinto te llevará a cogerla por la parte de tela. Para evitarlo, solo tienes que meter las manos entre las gomas y colocarlas sobre las orejas. Luego ajusta el cierre de la parte superior, pero sin tocar la tela que se encuentra debajo.
Por último, no te bajes la mascarilla para hablar y procura mantenerla fija para que no se afloje. En el primer caso estarías comprometiendo la salud de tu interlocutor y, en el segundo la de todas las personas con las que te cruces. Ten en cuenta estas indicaciones para garantizar la máxima eficacia de las protecciones que uses.
¿Cuándo no es necesario utilizarlas y quiénes están exentos?
Las personas que estén afectadas por enfermedades respiratorias están exentas de su uso. La razón es bien simple: tendrían problemas para mantener una respiración correcta. Esto se aplica también a los niños menores de dos años, que podrían llegar a asfixiarse. Con ambos grupos, eso sí, habrá que mantener la distancia mínima de seguridad para evitar contagios.
Además, aquellas personas cuyo comportamiento pueda verse alterado no deberían llevarlas. Tampoco aquellos que pudieran padecer alergias o se encuentren en situación de dependencia. Finalmente, ten en cuenta que, si estás en realizando una actividad en la naturaleza, no hay razón para llevarla salvo que exista una aglomeración de personas.
En definitiva, el uso responsable de las mascarillas es importante, y solo se necesita tener en cuenta algunos preceptos muy sencillos.